Yo pienso que la sabiduría no se mide ni se lee en las canas y los años. Sino en la certeza y la coherencia de nuestros actos y en nuestras palabras. Podrá ser más sabio un señor que señala en su pelo, el paso del tiempo, que una juven desordenada y franca que sólo pide recoger tres bolsas de plástico, una blanca, una verde y una azul, para cuidar un poco el medio ambiente ?
Los años justifican la negación de ese acto tan básico y simple ? Justifican así el ataque de las palabras hacia ella?
Quizá si fuesemos todos como aquel señor de bastón de madera y chaleca roja, estaríamos escarbando entre la basura, para poder mirarnos a la cara.
Su pelo parecía nieve, su chaleco un tomate y su pantalón un espejo de su pelo. Las arrugas en su rostro me recordaron a mi abuelo, que por sierto, recuerdo haberlo visto sólo unas cuantas ocaciones.
Sólo lo recuerdo golpear su bastón contra el suelo y su voz gritando ¡Carroñera! ¡Carroñera!
No hay comentarios:
Publicar un comentario